¿Esclavos del móvil?

El teléfono móvil conectado a Internet, el smartphone, es la tecnología cuyo uso se ha extendido de forma más rápida en la humanidad.

En apenas 5 años en los países desarrollados se ha alcanzado un 50% de usuarios de smartphone entre la población. Para alcanzar ese 50% de población usuaria en USA, fueron necesarios 60 años en el caso de la electricidad, 75 años con el teléfono fijo, 35 años para la televisión en color y 25 años para el ordenador personal (PC).

Las cifras en España son llamativas: el 85% de los teléfonos móviles son smartphone. Hay 22 millones de personas que acceden a Internet con el móvil,  23 millones usan aplicaciones de móvil para mensajería y otras funciones (apps).

Basta con observar el comportamiento de las personas en el transporte público, en salas de espera, cafeterías y reuniones para darse cuenta de la presencia y uso continuo de móviles y tabletas.

Inicialmente los móviles se usaban para llamadas de voz y mensajes cortos esporádicos (los SMS). Poco a poco se generalizó su uso como cámara de fotos, como reloj y para juegos sencillos.

El acceso a Internet o aplicaciones en la red era insignificante hasta la aparición del iPhone en 2007. Desde entonces, la facilidad y potencia, así como la velocidad de acceso de los smartphone ha crecido exponencialmente. Los usuarios hemos adoptado el teléfono móvil con alborozo y muchos llegamos a pensar que no podemos vivir sin él.

Se ha descrito el síndrome de la “nomofobia” como el pánico a estar alejado del teléfono móvil o a no poder usarlo por cualquier causa. Estudios médicos apuntan que hay más de un 50% de usuarios que sufren ese miedo y que hasta una cuarta parte de ellos desarrollan conductas adictivas, con mayor incidencia en adolescentes.

Sin llegar a caer en enfermedades, lo cierto es que la combinación de Internet y teléfonos móviles en una vida de conexión 24 horas x 7 días cada semana, está modificando nuestras funciones cognitivas y nuestros comportamientos sociales.

¿Nos hemos convertido en esclavos del móvil?

Usos y lugares

Los usuarios de smartphone lo hacen durante una media de 195 minutos al día y desde todo tipo de lugares públicos y privados (¡incluso en los sitios más privados! seguro que me entiende, querido lector).LP esclavos movil foto

Las aplicaciones más habituales son las de mensajería instantánea (como Whatsapp, mayoritario en España, y otras como Line o Telegram). Este tipo de comunicación ya tiene un verbo y un nombre propio: “wasap”.

Entre los más jóvenes abunda el uso de redes sociales: Facebook, Instagram, Snapchat y Twitter. Esta última tiene también uso intenso en adultos, en especial los de perfil periodístico o político. El correo electrónico móvil es común en adultos y en entornos profesionales.

Los juegos son aplicaciones que predominan en los adolescentes. Los mapas electrónicos (como Google Maps) tienen un uso intenso y creciente, utilizados para orientarse y seguir una ruta y también en combinación con otras aplicaciones de búsqueda de comercios, hostelería o atracciones turísticas.

Cabe mencionar además, las aplicaciones de agenda y gestión de horarios, sin olvidar las aplicaciones específicas de las empresas para acceso a sus bases de datos internas.

Abundan las apps de lectura de noticias, bien para un medio de comunicación concreto o las que combinan varias fuentes en una revista virtual a la medida del usuario. También la visualización de vídeos que llegan vía aplicaciones o los que buscamos en sitios como Youtube.

La banca y el comercio electrónicos están creciendo en accesos. Inicialmente los usuarios se limitan a consultas y poco a poco van incluyendo pagos y transacciones.

El pago con el teléfono móvil es la nueva frontera digital que probablemente se supere porque grandes empresas tecnológicas (Apple, Google), junto con bancos y entidades de crédito, han alcanzado acuerdos y están poniendo desarrollos y recursos en lograrlo.

Y por supuesto la navegación web, la consulta a páginas de todo tipo, es un fenómeno predominante hasta el punto que los accesos desde móviles y tabletas ya ha superado  a los realizados desde ordenadores.

Buenas prácticas

La dependencia de las tecnologías es connatural al ser humano. Dependemos de la electricidad, de la radio y de la televisión. Actualmente no nos consideramos esclavos de esas tecnologías.

Pero la extremada rapidez en la extensión del uso de los smartphone es algo tan distinto que no nos ha permitido adaptarnos de forma gradual y homogénea. Además las posibilidades de uso se multiplican, con lo que la adaptación se complica.

Así pues, desde estas líneas aporto unos consejos básicos:

  1. Evitar absolutamente su uso mientras se conduce: el peligro es real.
  2. Atención al uso en la calle: mejor hacerlo parados y nunca cruzando una calle, aunque sea con semáforo en verde.
  3. En las reuniones personales una buena práctica es dejar el teléfono móvil desconectado o como mínimo en silencio. La comunicación directa, con palabras y lenguaje corporal es mucho más rica e intensa. Puede usarse el móvil en un momento concreto para mostrar unas fotos o hacer una consulta que forma parte de la conversación. Si el uso del móvil va a interrumpir en vez de reforzar la conversación, evitémoslo.
  4. En las reuniones profesionales apliquemos también estas buenas prácticas. El uso de una tableta para llevar documentación o tomar notas es algo práctico que se ha extendido, pero evitemos también que la tecnología se interponga en la comunicación.

El mejor consejo, síntesis de las buenas prácticas, es que debemos utilizar los smartphones para mejorar y reforzar la comunicación y  fuentes de información, pero que debemos ser conscientes del peligro de su uso abusivo. El abuso produce lo contrario al objetivo deseado y empeora ambas, tanto la comunicación como la información.

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Artículo publicado en Las Provincias domingo 21 junio 2015

LP esclavos movil

¿Qué tecno me pongo?

Hay una nueva tendencia tecnológica que antes de una década va a cambiar de nuevo el comportamiento de las personas usando la tecnología.

Cuando veo una película de los años 80 o 90 me encanta fijarme en los detalles del uso cotidiano de la tecnología para intentar adivinar en qué año está hecha. Hay quien se fija en la moda, en la forma de los peinados o en el estilo de la ropa. Cada uno tiene sus manías.

Uno puede fijarse en los coches, pero ahí a veces es difícil saber si el protagonista de la peli lleva un coche antiguo porque es aficionado a los “clásicos” o más bien se trata de un coche sencillamente “viejo”.

En lo que no se falla es fijándose en las pantallas de televisión, en los ordenadores y sobre todo en los teléfonos. Las cabinas telefónicas, por ejemplo, tan presentes en las series de televisión de hace años,   nos sorprenden, y más aún ver la dependencia que teníamos de unas monedas para hacer una llamada ante una emergencia.

Dando un salto a los tiempos actuales, con una mirada a la gente en la calle, en los transportes públicos, en las salas de espera o en las colas, nos llama la atención que casi todos llevan en la mano un aparato electrónico de 4 o 5 pulgadas que consultan de vez en cuando: se trata de un smartphone, la tecnología en boga de los primeros años 10 del siglo XXI.LP que tecno me pongo. imagen

Pero este panorama va a cambiar una vez más: en 5 o 10 años la tecnología la vamos a “vestir”: la llevaremos puesta en forma de relojes, gafas, joyas, adornos  y ropa.

De ahí el título de mi artículo de hoy. La frase “Mamá, ¿qué tecno me pongo hoy?” pronto será habitual.

La revolución de la tecnología “wearable” (en inglés, algo que se lleva) es ya imparable. De ella venimos oyendo hablar en ferias y publicaciones especializadas desde hace 2 o 3 años, si bien para el público en general parecía un futurible, totalmente de película de ciencia ficción.

Mi percepción es que ya ha comenzado la aceleración en la implantación de esta tecnología con el desarrollo de sistemas y veo que los fabricantes de electrónica ya están poniendo en el mercado las piezas precisas para que muy pronto haya productos atractivos que se vendan masivamente.

En CES Las Vegas, la feria que marca el comienzo tecnológico del año, lo “wearable” ha estado omnipresente. A ls relojes y gafas pioneras, se ha unido la presentación de productos de fabricantes electrónicos como Qualcomm, Nvidia, Samsung, la china Rockchip y, de forma muy destacada, la poderosa Intel, que ha anunciado un completo sistema, miniaturizado en una tarjeta SD, para desarrollos “wearable” llamado Edison.

 ¿Y todo esto para qué sirve?

 Voy a tomar prestado un esquema de la consultora PSFK en colaboración con iQ-Intel para intentar dar unas pinceladas.

Podemos vislumbrar tres posibles familias de funcionalidades:

  • Intimidad conectada: de persona a persona
  • Entorno (ecosistema) adaptado: de persona a máquina
  • Co-evolución: persona potenciada con tecnología

Intimidad conectada: imaginemos que para compartir una frase o una caricia virtual con un ser querido no fuera necesario activar una aplicación tipo wasap o skype como ahora hacemos, que pudiéramos hacerlo sólo con pensarlo. Y que a las posibilidades actuales de enviar una palabra, una foto o una frase hablada, añadiéramos algo táctil como una palmada o una caricia. Pensemos en el registro y envío a nuestro médico de variables como el pulso, tensión o nivel de glucosa. Imaginemos ropa, adornos o joyas que reaccionan a nuestro estado de ánimo o nuestras emociones.

Entorno adaptado: hablamos aquí de prótesis diseñadas exactamente para una persona. Pensemos en exo-esqueletos robóticos que se mueven a voluntad de impulsos trasmitidos desde el cerebro. O aplicaciones que actúan como entrenadores personales orientándonos en la realización de un ejercicio físico de forma óptima, en función de variables biométricas registradas de nuestro cuerpo y de los movimientos hechos.

Co-evolución tecnificada: se puede mejorar la visión, bien en  personas impedidas  o para mejorar cualquiera  visión normal (por ejemplo, para ver más lejos, para ver con infrarrojos en la oscuridad). También podemos oír mejor, no solo más fuerte, también más preciso, más selectivo en según qué momentos. Aquí también caben aplicaciones de seguridad e identificación biométrica, o las famosas “gafas conectadas” que nos aportan información seleccionada de forma rápida e intuitiva.

¿Cambiarán nuestra vida estas tecnologías?

Nuestra vida está cambiando de forma acelerada. Así lo trato de explicar desde estas páginas y también en tertulias y charlas en mi entorno.

Por poner un ejemplo que todos vemos, no hace mucho muchas madres sostenían que sólo telefoneando a sus hijos podían saber sobre su estado de ánimo y que eso de la mensajería electrónica era cosa de tecnólogos. Ahora son fanáticas del skype y del wasap y están permanentemente conectadas. El hablar a través de skype con una tableta con hijos y nietos en la distancia se ha convertido en algo habitual en muchas familias.

Aunque no soy adivino, si que veo las tendencias, observo a los fabricantes y “startups”, veo lo que se cuece “aguas arriba” y creo comprender el flujo de la tecnología.  Y a mí no me cabe duda que la era del “smartphone en la mano” va a ser superada por la era de la tecnología integrada y “ponible”.

Estoy convencido de ello, sólo tengo que esperar y seguir observando con curiosidad. Y, … dentro de unos años veré si estoy en lo cierto o no. Aquí queda escrito en el noble papel de LAS PROVINCIAS en enero de 2014. Es posible que alguien se acuerde de mis predicciones. Me alegraré si así ocurre.

Mientras tanto, queridos lectores, feliz semana.

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Artículo publicado en Las Provincias el domingo 26 enero 2014

LP que tecno me pongo

Vengo del futuro

Conversaba hace unos días con un amigo, experto comunicador, sobre mis peripecias para poder estar en varios sitios a la vez y mantenerme comunicado en días ajetreados, como la tarde del encuentro ciudadano #ValenciaEsMuchoMas.

Hacía poco que había estado en la feria mundial de los móviles MWC en Barcelona donde 67.000 profesionales de más de 200 países intercambiaron durante una semana nuevos productos y negocios globales.

El presidente de Google adelantó en ese congreso su predicción de cosas que tendremos en un futuro próximo: gafas de realidad aumentada y telepresencia remota holográfica, sensorial y robótica.

Le comentaba a mi amigo que comprendo bien esas predicciones y que siento que necesito esos productos dado que experimento ahora mismo unos anticipos de esos servicios.

La revista TIME acaba de publicar un interesante artículo titulado “Tu cabeza está en la nube” (“Your head is in the cloud” puede leerse en este enlace http://j.mp/headcloud). Se mencionan ahí los cambios en el funcionamiento de la mente debido al uso de Internet que han sido observados y documentados por prestigiosos psicólogos. Un fenómeno que no es nuevo y que hace décadas describieron como “memoria transactiva” para referirse al desarrollo de un sistema de “memoria en común” y complementaria que surge entre dos personas que se conocen bien. En una pareja uno recuerda las fechas de revisión del coche y otro las de vacunación de los niños. Memorizamos cómo encontrar la información de detalle, más que recordar los datos concretos...

Todo este comentario viene al hilo porque al igual que los historiadores aprecian que los comportamientos humanos se repiten a lo largo de los siglos, mi vida profesional me hace pertenecer a un subconjunto de humanos que comienzan a usar aparatos y aplicaciones varios años antes de que su uso se universalice. Y esto me hace observar igualmente que los comportamientos se repiten.

Bromeando con mi amigo, éste me dijo primero que soy un “friki” y después que si el futuro es tal y como yo le describo mi vida cotidiana en los días de ajetreo, que él no quiere vivir ese futuro.
Me ocurre eso, es cierto, me siento que “vengo del futuro” como la futurística chica del anuncio en TV de una lejía de los años 90.

Los que estamos en ese futuro “friki”, en España hay unos cuantos, a menudo nos ponemos nerviosos porque nos damos cuenta de cosas tecnológicas que pasan allende nuestras fronteras, sea en el Silicon Valley, Shanghai, Israel, Bangalore, Sao Paulo, Bangladés o Nigeria.

No podemos explicarnos bien y transmitir nuestro sentido de urgencia. Seguramente por nuestra torpeza comunicativa o por la lejanía de esas vivencias en el día a día de nuestra sociedad y economía.

Pero algunas realidades ya están al alcance de muchos. Este artículo sale impreso en LAS PROVINCIAS en papel cuando yo me encuentro a más de 700 kms. de Valencia. Puedo leerlo remotamente tal y como se publica (en la plataforma KioskoyMas) y puedo compartirlo por Twitter o en mi blog.

A la vez que me ausento de Valencia estoy trabajando con un socio en un proyecto que tenemos que entregar el martes 20. Compartimos un disco “en la nube” donde vemos en tiempo real las modificaciones que hacemos sobre los documentos de trabajo.

Quizá querido lector sea usted como mi amigo el experto comunicador: no quiere ni oír hablar de esa vida ajetreada llena de artilugios y comunicaciones aceleradas.

Pero es que se nos exige: tenemos que ser más productivos y esforzarnos más. Son mensajes que nos llegan de forma machacona. Y es cierto, solo así Europa podrá seguir existiendo en el concierto mundial. Pero sobre todo lo que tenemos que hacer es que trabajar mejor. Abandonemos el “presencialismo” como medida del esfuerzo en el trabajo. Algunos puestos que requieren atención al público o en los que hay operaciones críticas o manejo de instrumentos no queda más remedio que estar presente. Pero para un alto porcentaje de trabajos lo que cuenta es el resultado. El lograr un buen rendimiento no depende necesariamente de las horas que se esté presente en el trabajo, a veces incluso es inversamente proporcional.

Si yo no tuviera herramientas y aplicaciones de trabajo remoto eficiente no podría viajar fuera de Valencia aprovechando estos días festivos.

Me pierdo la mascletá y los castillos en directo, ya lo sé. Los dan por la web www.rtvv.es pero no es lo mismo. Intentaré llegar a tiempo para la Cremà.

Ese teletrabajo, esa telepresencia, podrá ahorrar muchos desplazamientos. El presidente de Google puso como ejemplo las decenas de miles de personas que mueren en accidente de coche en sus desplazamientos al trabajo cada año y el tiempo de ocio y las toneladas de CO2 que se ahorrarían evitando esos desplazamientos.

Y ahora que hablamos tanto de los jóvenes emigrantes sobradamente preparados (JESP) no me digan que cualquiera que conozca a alguno en su entorno cercano no tiene la sensación de tenerlo mucho más cerca gracias al correo electrónico, las videoconferencias por Skype y en algunos casos a las redes sociales.

Otro ejemplo es el Whatsapp: ya hay 10 millones de usuarios en España, inicialmente adolescentes y jóvenes y después sus padres o tíos. Tengo un grupo de amigos cuarentones y cincuentones que compartimos chascarrillos y citas para almorzar que organizamos en un grupo de Whatsapp.

Cuando se transita el futuro desde hace años, cuando se ve nacer tecnologías y aplicaciones de las cuales algunas fracasan y otras prosperan, se desarrolla un cierto olfato para intuir la evolución de nuestra sociedad.

Hace justo dos años, desde estas mismas páginas dejé escrito: “querido lector: usted accederá a Internet con el móvil muy pronto. Si cree que no será así, no siga leyendo” (http://j.mp/intmovLP). Para un gran porcentaje de lectores eso ya ha ocurrido.

Vengo del futuro y traigo buenas noticias: usaremos tecnologías que nos permitirán vivir mejor sin destrozar el planeta. Si las comprendemos con serenidad y las abordamos con la curiosidad y el espíritu de un niño, nos permitirán seguir aprendiendo, mantenernos siempre jóvenes vitales.

Aprenderemos a desconectar, a aislarnos del ruido mediático e hipercomunicado. Los niños ya han aprendido a soportar una sucesión de estímulos sin perder la calma, consiguen concentrarse en tareas que requieren concentración, reflejos y habilidad: pruebe usted a jugar con alguno de esos videojuegos modernos en red y sabrá a lo que me refiero. Tenemos que entender su mundo y acompañarles en los procesos reflexivos, los que consolidan el conocimiento y la madurez.

Vengo del futuro: la tecnología cada vez será más invisible, con interfaces intuitivos, “sin fricción” como gustan en calificar últimamente a las aplicaciones exitosas. Aún existen adultos que cuando se refieren a los ordenadores hablan de que no les gusta “programar” por esa deformación de los años 80 y 90 cuando había que tener una mente de programador para usar un ordenador.

Tabletas, televisores inteligentes, smartphones, coches conectados, Internet de las cosas, redes de sensores … muchos hablan ya de la era post-PC.

Vengo del futuro y voy a hacer una predicción: mañana día de San José “arderá Valencia”. Centenares de hogueras quemarán unos artísticos monumentos. Intente explicar eso mismo hoy a un extranjero que llegue a Valencia y no tenga noticia de la fiesta. Así me siento yo “en el futuro”.
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Artículo publicado en tribuna de opinión en Las Provincias 18 marzo 2012

Conectados o aislados

Crece el debate social sobre las bondades o los inconvenientes de estar conectado a las redes. Hace dos semanas coincidieron varias firmas con posturas más bien contrarias a la telecomunicación. Creo necesario compartir otros puntos de vista desde la reflexión sobre nuevos escenarios, cuya explicación se encuentra al final de este artículo.

Escena 1: nos encontramos en un congreso o una feria ante un gran auditorio presentando el lanzamiento de un nuevo producto o los resultados de un desarrollo o investigación. Al poco de iniciar nuestra charla detectamos que entre los asistentes algunos consultan sus teléfonos y tabletas tecleando y sonriendo con creciente alborozo. Frases y gráficos de nuestra presentación son respondidos con gestos y murmullos de inquietante desacuerdo. ¿Qué está pasando?

Escena 2: somos propietarios de un negocio de hostelería o de una tienda de regalos en la ciudad de Valencia. Una joven pareja de turistas camina por la ciudad y decide encontrar un sitio agradable dónde comer y una tienda dónde comprar un recuerdo. Echan mano de su móvil y en menos de un minuto encuentran en el mapa de su pantalla varios establecimientos a menos de 500 metros con información accesible para el móvil, en inglés, con recomendaciones contrastadas de personas independientes y de otras personas de su confianza. Nuestro negocio no aparece: los viajeros se van a nuestra competencia.

Escena 3: agradable cena veraniega con buenos amigos. Uno de ellos comenta su ilusión por comprase un coche deportivo y el resto de comensales le asaltamos con preguntas. Sonriente saca su móvil y con tres toques certeros nos presenta una web con fotos y especificaciones de todo tipo. En otra parte de la mesa una amiga dicta unas palabras mágicas a su móvil y en segundos comparte las fotos de portada de la revista del corazón más famosa.

Tres escenas reales, similares a las que se están dando en nuestro entorno con frecuencia creciente.

Connected minds / Steven Johnson

Connected minds / Steven Johnson

Hace año y medio desde estas mismas páginas sostuve que usted, querido lector, accedería a Internet con el móvil muy pronto (vea en http://j.mp/intmovLP). Ese momento ya ha llegado o está a punto de llegar.

La conexión permanente a Internet puede crear dependencias, como elegantemente ha descrito Mario Vargas Llosa en su reciente artículo ‘Más información, menos conocimiento’ comentando un ensayo de Nicholas Carr.

Menos fortuna en la crítica tiene el artículo en XLSemanal de un joven novelista de éxito, que arremetió hace unos días un tanto atropelladamente contra las telecomunicaciones, con argumentos confusos y muy discutibles en mi opinión.

Los adultos en España, en los que descansa el ser o no ser de nuestra sociedad, necesitan mayoritariamente que se les ayude a entender y aprovechar Internet y las telecomunicaciones.
Otra cosa son los jóvenes nativos digitales, sobre los que hablaremos en estas mismas páginas dentro de dos semanas.

El denostar o incluso criminalizar las tecnologías que nos permiten comunicarnos en este siglo recuerda peligrosamente a las tentaciones de cerrar imprentas y periódicos en siglos pasados.

El miedo a lo nuevo es un sentimiento muy humano. Los valientes nos guiaron para salir de las cavernas, explorar fronteras y cruzar los mares.

Valientes e innovadores fueron quienes trajeron y adoptaron en Valencia la tecnología de la imprenta en el siglo XV, imprimiendo el primer libro de España y abriendo un siglo de oro para nuestra tierra.

Es tiempo ahora para que todos los adultos sepan cómo estar conectados, entiendan mejor el mundo que nos rodea y aprovechen sus ventajas, sin caer en sus peligros.

La escena 1 presenta una situación cada vez más común en la que a un presentador se encuentra con un auditorio que detecta una incongruencia en el discurso, unos datos erróneos o unas cifras no actualizadas. En tiempo real los asistentes pueden contrastar con datos más precisos, o detectar un plagio sin citar las fuentes y comenzar a comentarlo en Twitter y otras redes: el ridículo del presentador o el descrédito del vendedor son inmediatos.

La escena 2: para nuestra región, que apuesta por el turismo y el comercio, nos recuerda que la localización geográfica de la oferta y la accesibilidad desde todo tipo de dispositivos y aplicaciones es clave para vender.

La escena 3, por último, juega con la disyuntiva entre mantener una agradable conversación simplemente con palabras o que, ante una demanda de argumentos, se pueda tener la oportunidad de aderezarla con algún dato o imagen al alcance de los dedos.

Estar conectados a redes no es menoscabo para estar conectado a las personas, en conversaciones cara a cara o de corazón a corazón, como titulaba el precoz novelista. Las redes son un complemento, un enriquecimiento si se quiere, que extiende más allá del tiempo y el espacio las posibilidades de comunicarse. No existen para no pensar, sino para pensar mejor, para llegar más lejos.

Podemos optar por permanecer aislados, pero difícilmente viviremos en una sociedad autárquica. Otros vendrán de lejos y conquistarán nuestro terreno.

Vivamos pues conectados, transitemos sin miedo las nuevas fronteras, conquistemos para nosotros y las generaciones que nos siguen un mundo más ilustrado, más transparente y mejor compartido. Ejemplos hay a millares de que las redes de telecomunicaciones posibilitan estos valores y liberan sociedades. Que la nuestra también lo aproveche es mi humilde deseo.

Feliz verano.

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Artículo publicado en Las Provincias el domingo 14 Agosto 2011
Conectados o aislados
www.lasprovincias.es/20110814/opinion/conectados-aislados-20110814.html

Internet con el móvil

Querido lector: usted accederá a Internet con el móvil muy pronto. Si cree que no será así, no siga leyendo. Algo muy gordo está pasando. Miramos atrás 5 o 10 años y nos damos cuenta lo mucho que ha cambiado la forma en que trabajamos, nos comunicamos, nos informamos o entretenemos.

Hace 10 años tan sólo 1 de cada 15 españoles usaban Internet. La velocidad de acceso típica entonces era de 33Kbps con la línea telefónica y con el móvil era imposible. En la actualidad usa Internet 1 de cada 2 habitantes. La velocidad de acceso típica es 100 veces mayor (3 Megas) y con un móvil se consigue en muchos sitios 1 Mega.

Asistimos a una evolución explosiva. Más rápida y transcendente que la extensión del ordenador personal en los años 90.

En Febrero se ha celebrado en Barcelona el Congreso Mundial de Móviles #MWC dándose cita los fabricantes y operadores de todo el mundo con anuncios de avanzados productos y servicios.

Se han publicado muchas noticias llamativas estos días sobre las novedades que vienen. Lo más impactante sin embargo no son las tecnologías, sino el uso de éstas que se está haciendo en el mundo.

El máximo ejecutivo de Google, el CEO Eric Schmidt, tuvo en Barcelona una intervención con gran impacto. Aportó datos muy relevantes: por ejemplo que en el mundo la mitad de las nuevas conexiones a Internet ya son desde móviles. O que el ritmo de adopción de Internet móvil es ocho veces más rápido que el que hubo hace 10 años con el acceso desde ordenadores personales. Ya hay países emergentes como Sudáfrica e Indonesia donde la cantidad de búsquedas en Google desde un móvil supera la de búsquedas desde una conexión fija. ¿No es acaso sorprendente?

...

Los teléfonos móviles son mucho más que un simple aparato para hablar. Agenda, citas, fotos, música, juegos, son funciones muy usadas. ¡Sin olvidar el reloj y las alarmas!.

Hasta hace bien poco acceder a Internet en el móvil era algo excepcional. Lo hacían los ejecutivos con sus «Blackberry» (como Obama) y únicamente para el email. El resto de usos era anecdótico, para iniciados.

La aparición del iPhone hace poco más de dos años cambió el paradigma. Después vinieron los móviles con sistema Android de Google.

De repente en la palma de la mano, en cualquier lugar, el usuario tiene «todo» el conocimiento que la humanidad pone en Internet. Mucho más: nuestro teléfono sabe con precisión dónde estamos, con su GPS y su brújula. Tomamos una foto y con la ayuda de búsquedas de imagen nos reconoce un monumento, un libro y muy pronto una cara. Hablamos en su micrófono y nos encuentra en el mapa una calle o un edificio. Y también encuentra ya cualquier cosa mediante búsquedas con voz (en inglés, mandarín, japonés y alemán, por ahora).

Un aparato así extiende nuestra inteligencia, nuestra memoria y nuestros sentidos. Con semejantes capacidades se convierte en nuestro «alter ego».

Algo muy gordo está pasando. Los móviles en Africa ya se usan como medio de pago y de banca. En las catástrofes son un medio imprescindible de comunicación.

Resulta asombroso cuando a la imaginación humana se le dota de herramientas que permiten intercomunicar. La voluntad y el empuje colectivos interconectados resultan en sabiduría global. Algunos lo llaman «crowdsourcing», desarrollos de las masas «auto-organizadas».

Además tenemos aparatos y sensores que se conectan a Internet y ponen a disposición todo tipo de información: climatología, tráfico, parámetros de procesos industriales o constructivos. Es lo que llaman «Internet de las cosas» y comunicación M2M (de máquina a máquina). En 10 años se estima que serán 50.000 millones los dispositivos conectados.

Si la comunicación es sencilla y se puede hacer de forma inmediata con un móvil, ésta ocurre en tiempo real. Así surge la conversación global que cambia los canales de comunicación y de formación de opiniones.

Con tanta abundancia de información toma protagonismo la «economía de la atención»: hemos de elegir a qué fuentes prestamos nuestro tiempo y en cuales confiamos.

Algo muy gordo está pasando porque los nuevos móviles tienen además un modelo de negocio abierto a que desarrolladores de programas del todo el mundo hagan pequeñas aplicaciones, las pongan en el mercado global de «apps» (que así se llaman) y obtengan unos ingresos. Los usuarios de iPhone y Android están bajando una media de 9 «apps» al mes y una media de 1,5 son de pago.

En las empresas tecnológicas ahora todo lo relacionado con el móvil es prioritario. Los mejores programadores e ingenieros y las ideas más brillantes: todos quieren trabajar en crear para el móvil porque es más específico, más humano, más adaptado al lugar donde está el usuario, más interactivo, más dinámico, más personal, mucho más satisfactorio. Centenas de millones de usuarios les esperan y pronto serán miles de millones.

Vd. querido lector que ha llegado hasta aquí leyendo, probablemente aún no use Internet en el móvil: no se inquiete, todos sentimos un cierto vértigo ante los cambios acelerados, desconocidos, lo que no controlamos. La actitud más sabia es la de la curiosidad de los niños, espíritu de «descubridor digital».

Es seguro que muchas cosas buenas saldrán de esta nueva revolución y también algunas malas. La humanidad es así, siempre lo ha sido.

No olvidemos que en nuestra esencia como especie está la comunicación, está en nuestra mano el ignorarlo o el aprovecharlo.

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Artículo publicado en Las Provincias el sábado 6 Marzo 2010
Internet con el móvil

www.lasprovincias.es/20100306/opinion/internet-movil-20100306.html