La voz digital inteligente ya está aquí

La voz digital inteligente ya está aquí

Se cumplen ahora 10 años del inicio en la utilización masiva de los smartphones. Hasta 2008 los teléfonos móviles se usaban de forma mayoritaria para llamadas, mensajes de texto SMS y en algunos casos para fotos de escasa calidad. Algunos privilegiados usaban terminales inteligentes de Nokia o de Blackberry que se conectaban de forma rudimentaria al email o a la web.

En 2011 las Blackberry alcanzaron un récord mundial con 50 millones de terminales activos. Pero para entonces ya Apple con sus iPhone y los iPad de sistema IOS y Google con sus equipos Android, le pisaban los talones. En la actualidad hay 1.000 millones de terminales IOS activos y 2.000 millones de dispositivos Android.

Hemos cambiado mucho y en muy poco tiempo. Ya casi no lo recordamos, nos parece que “toda la vida” hemos tenido Whatsapp, Instagram, Spotify, … y que disfrutamos de la banda ancha en el móvil “desde que nacimos”. Pero no es así.

Hemos cambiado el modo de comunicarnos, tanto a distancia como en modo presencial (solo recordar las interrupciones excesivas por el uso del smartphone en las reuniones, por poner un ejemplo). Pero también hemos cambiado al caminar o cuando viajamos en transporte público, e incluso cuando conducimos. Hasta tal punto, que este año la DGT se ha puesto seria y está alertando que el uso del Whatsapp mientras se conduce puede llevarnos directamente a la tumba o por lo menos a un grave accidente.

Pues todo esto va a cambiar. Más pronto de lo que pensamos.

La voz digital está aquí

Un nuevo interfaz está llegando, complementario a la pantalla del móvil donde leemos y escribimos de forma tan intensa: se trata de la voz.

Ya nos resulta habitual escuchar mensajes hablados en el GPS del coche, en los ascensores, en las aspiradoras automáticas y, por supuesto, en los móviles. Muchos ya habrán oído los nombres de unos asistentes de voz llamados Siri, Cortana o Alexa. El asistente de voz de Google no tiene nombre, se le invoca diciendo “OK Google”.

Porque los asistentes de voz, no solo hablan: también escuchan entendiendo los sonidos que emitimos incluso en entornos ruidosos ¡y sin entrenamiento previo!.

Esto no era posible hace pocos años. Los programas de “dictado” o de reconocimiento del habla requerían entrenamientos previos para reconocer voces y formas de pronunciación. La “magia” actual consiste en que los nuevos asistentes de voz no solo entienden los sonidos y los convierten en palabras concretas, sino que también son capaces de comprender el significado de las frases que han escuchado y realizar algunas acciones.

En algunos casos esas acciones se expresan en forma de una imagen o una búsqueda de webs en la pantalla del dispositivo en el que hemos invocado al asistente. En otros casos ya son capaces de actuar en otro dispositivo distinto, con o sin pantalla (un altavoz, una televisión, unas luces o un termostato) y ponerlo en marcha o modificar su regulación.

Lo nuevo que viene, y que en España vamos a empezar a notar a partir de estas Navidades, son los “altavoces inteligentes” que algunos fabricantes están lanzando ya por fin adaptados al español y con precios muy asequibles.

En España los precios están en 35€ para el Amazon Echo Dot, y 59€ el Google Home Mini. Tan solo el Apple Homepod se mantiene con un precio de entrada de 349€. Telefónica por su parte ha anunciado un Movistar Aura Home por 49€, pero de momento las primeras unidades reservadas se han agotado, y aún no han comenzado los envíos.   

En Estados Unidos ya se han vendido 74 millones de estos aparatos y se calcula que en 2019 se van a vender otros 57 millones en tan solo un año.

Hay que decir que algunos modelos de “altavoces inteligentes para el hogar” tienen una pequeña pantalla. Por ejemplo, el Aura Home de Telefónica. Otro ejemplo es Facebook que ha anunciado un dispositivo inteligente con pantalla para el hogar, llamado Portal, con un planteamiento orientado a la comunicación por videoconferencia muy sencilla de usar: este lanzamiento ha sido acogido con temor, dada la merecida pésima reputación de Facebook con su respeto a la privacidad y la custodia de los valores democráticos de nuestra sociedad occidental…pero esa es otra historia.

Inteligencia digital con voz

Estos asistentes de voz tan modernos, parecen a veces “personas reales”, seres robóticos muy listos que tienen acceso a información infinita y que pueden llegar a actuar como HAL, la computadora heurística estrella de la película de “2001 odisea en el Espacio”, estrenada en 1968, hace ahora 50 años. HAL, en la película, estaba programado para cumplir sin dudar la programación, y cuando alguien dudaba, lo consideraba un “mecanismo defectuoso” y lo eliminaba.

Es cierto que todos estos dispositivos, incluidos los móviles que llevamos encima, y muchos televisores, están permanentemente escuchando: esperan un comando de activación tipo “OK Google” “Alexa” o “Siri” y a partir de ese comando procesado localmente en el aparato, registran y suben a servidores especiales de Internet lo que han escuchado para interpretarlo y tomar acciones.

Pero, ¡no temamos!, los guionistas de “2001 odisea en el Espacio” y de muchas otras novelas y películas de ciencia futurista han anunciado un tipo de “inteligencia artificial general” que está muy lejos de existir.

Del mismo modo que cuando apareció la bicicleta o el automóvil no pensamos que ya existía un “vehículo universal” capaz de escalar montañas, volar a Marte y bucear dentro del torrente circulatorio de un mamífero, tampoco es posible el “robot universal con inteligencia artificial general”.

Seamos prudentes, eso sí, y cuidemos nuestros bienes y nuestra privacidad. Pero disfrutemos estas Navidades, sin miedo, de los nuevos “juguetes inteligentes”.

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Artículo publicado en diario Las Provincias el domingo 9 de diciembre 2018

Industria 4.0: máquinas o procesos

Industria 4.0: máquinas o procesos

En la nueva industria ¿son los robots y materiales, o son los procesos lo que más importa?. Adolfo Montalvo y Raúl Martín contraponen opiniones en este artículo a doble columna.

Máquinas, materiales y productos 4.0 (por @adomon)

Un mundo nuevo, lleno de oportunidades y de amenazas, llega a nuestras industrias: es el que traen las máquinas y los materiales 4.0 que nos permiten crear productos 4.0

La robótica, la fabricación aditiva (conocida también como impresión 3D, o incluso 4D), los nanotubos y nanomateriales, los nano-robots, el “polvo inteligente” (no se ría, en inglés se llama “smart dust”, pero no sé cómo traducirlo)  y también la computación cognitiva, son algunos ejemplos de términos tecnológicos emergentes que escuchamos en eventos sobre innovación y que leemos en medios especializados y revistas divulgativas.

Pocos directivos y empresarios dudarán ya de la necesidad de innovar. Así lo defendimos hace unas semanas en estas mismas páginas mi compañero de columna Raúl Martín y yo mismo (si se lo perdió puede leerlo en este enlace: j.mp/dondeinnovacion).

Pues este domingo pretendemos ayudar, querido lector, a encontrar caminos para desarrollar una innovación factible en las empresas.robot-talk-host-expo-asis-robot-dream-recortado

En esta columna defiendo que lo mejor es lo tangible, lo que produce: las máquinas y herramientas. Y también lo que se produce: productos innovadores con materiales avanzados.

Fabrica un producto estrella, que arrase en el mercado, y lo demás vendrá por añadidura.

El dominio de los materiales por parte de la ciencia y la industria ha progresado una enormidad. Somos capaces de fabricar cosas de unos pocos nanómetros, a escala de unos átomos. Piense en el grosor de un cabello humano (entre 50 y 100 micras) y divídalo por 10.000: 5 a 10 nanómetros es el tamaño de las pistas electrónicas de los chips en los nuevos teléfonos móviles.

Y del mismo modo que se maneja el silicio y los materiales inertes, los biotecnólogos ya son capaces de manipular materiales vivos como por ejemplo el ADN de las células (busque en Internet sobre el sistema CRISPR y verá a qué me refiero).

Hay que conocer, explorar y experimentar con los nuevos materiales, sin duda.

En la fabricación los avances son también portentosos. La robótica se está democratizando a pasos agigantados: hasta los niños de primaria aprenden a programar robots (no es broma, eso ocurre en Valencia, ahora mismo).

La mejora ha de ser disruptiva. Y eso se logra con el uso de herramientas avanzadas. Como por ejemplo las máquinas y cadenas de fabricación dotadas de visión artificial, capaz de superar con creces el ojo humano, ya sea para inspeccionar un producto alimenticio o para detectar defectos en la pintura de un coche.

Innovar en la industria es obligatorio. Ahora lo llaman 4.0, un término llamativo que evoca modernidad. Pero a la velocidad que se evoluciona, pronto no tendremos numeración: no se detenga, no se asuste, mirando bien hay muchas oportunidades.

Industria 4.0 sí, pero con procesos (por @raulmartincalvo)

Inmersos en pleno siglo XXI, y escuchando hablar de la cuarta revolución industrial cada vez con más frecuencia, el sector industrial, que supone cerca del 13% del valor añadido en nuestro país con un 11% del mercado laboral, sigue acometiendo lentamente la introducción de tecnologías que deberían permitirle convertirse en “industria inteligente”, o lo que es lo mismo, desarrollar su inmenso potencial aprovechando la innovación existente.

Un paso muy importante en esta adopción ha sido entender que las partidas presupuestarias destinadas a tecnología no son simplemente invertir en un sistema de gestión ERP o comprar ordenadores o servidores de última gama.  Se empieza a tomar conciencia de que, para estar a la altura de las exigencias del mercado actual, se necesita información en tiempo real que permita analizar cómo se comportan las compañías. Datos y más datos, esa es la tendencia.

Toda esta amalgama de información puede ser obtenida con una facilidad insultante por la mayoría de dispositivos que están en el mercado. Su posterior análisis y tratamiento debería de permitirnos detectar vulnerabilidades o funcionamientos no deseados a todos los niveles, desde el proceso de fabricación a  problemas de personal, pasando por fallos en la cadena de distribución o problemas de calidad para anticiparnos a los problemas y sacar el máximo partido a esta BigData de la que todo el mundo habla.bigdata-elefante

Ahora bien, empiezan a proliferar las empresas con etiqueta de Industria 4.0 pero con procesos y funcionamiento 1.0.  Este perfil de compañía, invierte en maquinaria de última generación y asiste a eventos que hablan de esta nueva revolución industrial, pero se olvidan de que apostar por la tecnología y la innovación supone acometer, con voluntad y firmeza, un análisis y  redefinición de sus procesos a nivel industrial, organizativo y de personal para poder ser capaces de realmente tratar, entender y usar esta cantidad ingente de información que se genera en estos días y que, en la mayoría de casos, acaba en sobreinformación.

Variables como la horizontalidad a nivel de estructura, la agilidad, la apuesta por las personas y su implicación y, sobre todo, la flexibilidad a la hora de adaptarse, suponen un obligatorio paso previo a pasar a formar parte de esta fascinante cuarta revolución industrial que llega para quedarse.

La mejora continua viene de un diagnóstico claro y una solución comprometida, valiente y decidida para cambiar funcionamientos obsoletos que pueden agilizarse con small and “smart moves”, acciones pequeñas y fáciles de implementar que cambian modelos y procesos complejos.

La industria tradicional necesita repensar, reestudiar y reanalizar (las tres R) sus procesos, antes de analizar los miles de inputs, variables, señales o alertas que cualquier sistema que se precie ofrece. Industria 4.0 si, pero con procesos 4.0.

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Artículo publicado en Las Provincias el domingo 18 de septiembre de 2016

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Clase digital menguante

La clase media está desapareciendo, está menguando a un ritmo alarmante. Es un hecho que preocupa universalmente a entidades poco sospechosas de ser revolucionarias, como por ejemplo el Foro Económico Mundial (WEF) que se reúne en Davos a comienzos de cada año. Ya lo dijo en 2014 y en sus documentos preparatorios para la próxima cita se alerta que el problema se agrava, señalándose la creciente desigualdad como uno de los principales riesgos globales en 2015.

“Cuando la economía y el empleo crezcan, es posible que la desigualdad y la pobreza se queden endémicas” ha dicho recientemente Antón Costas, presidente de Cercle d’Economía, prestigiosa asociación de empresarios, habitualmente muy bien informada.

Una clase media amplia, educada y consciente, es la base de la democracia. Una masa dividida, atemorizada y desinformada está en riesgo de caer en manipulaciones y de dejarse llevar por engaños y populismos, de signos diversos, pero siempre perversos.

La digitalización debería contribuir positivamente a tener una mejor información y una mayor consciencia. Pero, para mi sorpresa, la “maldad” de algunos y la pereza de muchos están produciendo los efectos contrarios.

Me dispongo pues a aportar mi granito de arena en este acto de transitar por el acelerado mundo digital que a todos nos supera.

Mucha información igual a desinformación

Los ingenieros estamos acostumbrados a conceptos como el “ruido”, las “interferencias” y la “saturación”. LP Clase digital menguante ImagenHablamos también de “sintonizar” la fuente adecuada de la señal y de filtrar las señales perturbadoras.

Con la extensión masiva del correo electrónico primero, el acceso al mismo desde el móvil, la mensajería instantánea continua (Whatsapp y similares) y las redes sociales que nos incitan continuamente a participar, observo que muchas personas tienen la sensación de que dominan todas las fuentes de información y de que las suyas son las “veraces” y confiables.

Esa loca carrera de convertir en “virales” algunos mensajes (informaciones que se propagan rápidamente),  y las pocas ganas y consciencia para contrastar de muchos, convierten a personas teóricamente formadas en corderillos en fila hacia la “papilla informativa” primero, y al “matadero intelectual” después.

Nuestro trabajo lo hará un robot

Se ha publicado hace unos meses un serio estudio de la Universidad de Oxford predice que entre 10-20 años la mitad de los trabajos actuales los harán mejor robots o computadores dotados de inteligencia artificial.

La clase media nacida en los 50, 60 y 70 en el mundo desarrollado somos conscientes que nuestros hijos van a tener una vida más complicada que la nuestra. Es una sensación vivida por muchos como un drama.

Los niños y jóvenes actuales tienen que prepararse para un mundo de complejidad poliédrica infinita.

Pero la demografía de los países emergentes es aplastante. Y sus clases medias tienen derecho a una mejora de condiciones de vida: sus jóvenes sí que vivirán mejor que sus padres.

Las sociedades “maduras” como la europea, tenemos que saber bien cuales son nuestras cartas. Y eso requiere un conocimiento inteligente de las reglas del juego y una esforzada y creativa inversión en nuestras fortalezas.

Los robots podrían eliminar la humanidad

Ríase usted de ficciones como las de las películas sobre “El planeta de los simios” o las que tratan de robots asesinos en las series de “Terminator”, “Cyborg” o “Némesis”.

Nos acercamos a un momento en el que la inteligencia artificial de los robots superará a la del conjunto de la humanidad. Esa fecha, conocida como la “singularidad tecnológica”, muchos expertos la sitúan en el año 2045 y otros la adelantan al 2030 o incluso al 2025.

Gente muy seria está analizando de cerca las evoluciones de la inteligencia artificial y temen que en algún momento los robots lleguen a la conclusión de que los humanos somos algo molesto y nos eliminen como si de  un virus se tratase.

Pero no quiero ser alarmista (asusta todo esto un poco ¿verdad?)

Razones para el optimismo

Querido lector, estamos en fechas navideñas, en tiempos de revisión de lo hecho y de buenos propósitos para el año que viene.

No quisiera que con estas reflexiones quedara en usted un mensaje alarmista o una sensación pesimista.

La humanidad, el “homo sapiens”, ha alcanzado niveles de progreso, de igualdad y de felicidad difícilmente imaginables por cualquier otra especie o por nuestros antepasados hace pocos cientos de años.

Los humanos tenemos unos valores y unas virtudes que ninguna máquina podrá nunca replicar. Somos nosotros quienes diseñamos y construimos las máquinas y tenemos que seguir logrando que éstas sean una extensión más de nuestras facultades.

No tenemos garras, nuestros colmillos son pequeños, nuestra vista limitada, nuestro olfato es muy simple. Pero tenemos un sistema nervioso distribuido por todo el cuerpo, con un cerebro prodigioso, capaz de idear abstracciones y de integrar emociones.

Las máquinas, los robots, los computadores, las redes de telecomunicación, los sensores, no son más que unos “órganos” reforzados que nuestro cerebro va creando.

Muchas quejas se escuchan sobre la rigidez que su uso nos genera, de las dificultades para dominarlos, de tener que adaptar nuestro trabajo a unas máquinas. Aprendamos a usarlos, a dominarlos y a adaptarlos a nuestras necesidades.

Estos son mis deseos para 2015, para usted, paciente lector, y para todos sus seres queridos. Que así sea.

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Artículo publicado en Las Provincias el domingo 14 diciembre 2014

LP Clase digital menguante