El nuevo trabajo

Sufrimos en España terribles niveles de desempleo, abundancia de EREs y de cierres de empresas y quizá pueda parecer un atrevimiento el escribir sobre los nuevos modelos de trabajo en las páginas de opinión dominicales de un amable diario como es LAS PROVINCIAS.

Hace dos semanas escribí desde estas mismas páginas sobre “la nueva industria” (http://j.mp/nueindu) y las ideas que apuntaba ahí parece que han sido bien recibidas: gracias por su benevolencia, querido lector.

Los nuevos trabajos ya no serán nunca más como eran los “clásicos trabajos” de una economía organizada en industria y servicios. Olvídese de entrar a trabajar en una empresa o entidad con la idea de estar allí para toda la vida y si aún conserva un trabajo así, felicítese por ello y vaya haciéndose a la idea que ese modelo tiene los días contados.

Esta realidad, que para muchas personas puede parecer muy cruda, no resulta nueva en absoluto para personas que hayan trabajado en sectores tecnológicos en los últimos 20 años. Tampoco resulta nada nueva para los menores de 35 años con trabajos en cualquier otro sector.

Hay quien lo llama “precariedad laboral”. Es mejor pensar que es simplemente el “nuevo trabajo”. Uno puede elegir el lamentarse y añorar tiempos pasados echando la culpa al capitalismo, a la globalización y la economía consumista. El duelo ante una pérdida o deterioro del trabajo hay que pasarlo, es una etapa inevitable de sufrimiento que se interioriza y se puede curar, pero una vez superado, hay que ponerse en marcha. Pensemos en primer lugar que en parte, esa precariedad que sufrimos como trabajadores se deriva de nuestras propias actitudes como consumidores y usuarios, papel en el que somos cada vez más exigentes en calidad, servicio y precio.

El “nuevo trabajo” lo modela uno mismo durante toda la vida. Desde los estudios primarios a las etapas de post-jubilación. Nadie mejor que uno mismo para ocuparse de aprovechar al máximo la formación y la experiencia. Cada etapa de formación y de trabajo nos ayuda a adquirir conocimientos y aptitudes que pueden ser de utilidad. Recomiendo ver el vídeo de Steve Jobs “connecting the dots” en la universidad de Stanford. Es muy ilustrativo e inspirador.

El estar actualizado en técnicas, tecnologías y habilidades es responsabilidad de uno mismo. Las empresas pueden (y deben) ofrecernos facilidades. Las universidades y centros de formación pueden brindarnos orientación. Pero los verdaderos responsables somos nosotros mismos.

Apunto algunas ideas al respecto que pueden ser de utilidad:
-Hay que mantener siempre actualizado el curriculum, guardando de forma sistemática los datos y documentos que acrediten nuestros logros y experiencias.
-Hay que mantenerse al día en las tendencias y tecnologías relacionadas con los productos y procesos de nuestra profesión.
-Al menos dos veces al año dedicaremos un tiempo a revisar nuestra “empleabilidad” y potencial valor en el mercado laboral, bien por cuenta propia o ajena.
-Dedicar tiempo a mejorar nuestras habilidades de comunicación oral y escrita, en español y en otros idiomas: los españoles en general tenemos ahí dos puntos débiles: comunicación e idiomas. Explicar con claridad lo que hacemos es imprescindible dentro y fuera de las empresas. Y poder comunicarnos con fluidez en otras lenguas, en el mundo global actual amplía nuestro potencial campo de trabajo.
-Acceder a Internet de una manera sistematizada: el acceso a Internet es hoy una de las habilidades básicas, no solo para aprender y mantenerse al día, sino también para estar “visible” en el mercado laboral y comercial.
-Debemos desarrollar una “identidad digital”: todos tenemos una identidad social más o menos desarrollada. Las redes sociales profesionales son una realidad. Una presencia moderada, prudente y veraz en ellas es hoy en día imprescindible en la mayoría de las profesiones. En estas redes, personas que nos conocen pueden dar referencias profesionales sobre nosotros.

La buena noticia es que muchas de estas cosas que he citado las podemos conseguir de forma sencilla y gratuita en Internet: desde informaciones de mercado a tutorías de tecnologías y, por supuesto, idiomas. Conozco personas que han avanzado notablemente en el aprendizaje de alemán únicamente con recursos de bajo coste en Internet y a otras que se inician con el chino usando aplicaciones en el móvil.

En lo relativo a habilidades, el mercado aprecia muy positivamente el espíritu innovador y emprendedor, dentro y fuera de las empresas. Porque las empresas establecidas necesitan ser emprendedoras e innovadoras para continuar siendo líderes: seleccionan personas con estos perfiles, organizan programas para incentivar y premiar las ideas, mantienen intercambios con estancias de profesionales en laboratorios, etc…

En Valencia y resto de España, no andamos escasos en creatividad e impulso emprendedor con brillantes realizaciones y notable capacidad de improvisación. Pero el emprendimiento que perdura requiere bastante más. Afortunadamente abundan las iniciativas para mejorar lo que nos falta y conseguir que cada vez haya más jóvenes emprendedores que creen empleo sin esperar que otros lo creen para ellos: hay que destacar el nuevo grado de ADE Emprendedores de la escuela de negocios EDEM que echa a andar este nuevo curso, confío que se convierta en un vivero de nuevas ideas empresariales y que éstas den fruto.

Hace dos semanas compartía ideas sobre la nueva industria en el artículo mencionado al comienzo. Esas nuevas industrias abren nuevas oportunidades de trabajo: apuntaba la aparición de empresas híbridas de industria y servicios, o de agricultura e industria o de servicios y agricultura.

Nuevas tecnologías de fabricación permiten mantener empresas y empleo en países desarrollados. Ejemplos son la generalización del uso robots, la inteligencia artificial, la personalización mediante programación de dispositivos y las impresoras en tres dimensiones capaces de producir piezas mecánicas complejas con costes muy reducidos.

Hay futuro en los nuevos trabajos. Feliz final del verano.

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Artículo publicado en Las Provincias el domingo 26 de agosto de 2012

La nueva industria

Estamos todos tan bloqueados con la crisis, la prima de riesgo, los recortes y los rescates que nos olvidamos de mirar hacia delante.

En Valencia, y toda España, somos capaces de volver a ser una sociedad próspera, de organizarnos con eficacia sin perder un ápice la creatividad mediterránea por la que siempre hemos destacado.

En cuanto se corte la sangría del desequilibrio entre gastos e ingresos y volvamos a confiar en nosotros mismos, el resto de países volverá a fiarse de España, comprará nuestros productos y nos prestará la financiación que precisemos, no nos quepa duda alguna.

Tenemos que pensar como un país puntero, con una estrategia, y crear un entorno propicio al trabajo, la innovación y el emprendimiento.

El verano es buena época para refrescar la mente y retomar la ilusión. Por ello me propongo compartir algunas ideas sobre una nueva industria para nuestra tierra.

Para empezar hay que resaltar que conservamos grandes “valores industriales”. Hay ejemplos de esta misma semana: la decisión del presidente mundial de Ford Alan Mulally de invertir 1.200 millones de euros en su fábrica de Valencia y la expansión en el Reino Unido de las empresas valencianas Power Electronics y Grupotec, líderes en energía fotovoltaica.

Es cierto que los índices de producción industrial en España y la Comunidad Valenciana han caído un 20% respecto a 2005, situándonos en niveles de 1994, pero también es cierto que no todas las industrias son iguales, no todas tienen el mismo valor añadido ni requieren personal con el mismo nivel de cualificación. España ha evolucionado mucho en los últimos 20 años y la preparación de los españoles más aún.

Hay grandes oportunidades en los servicios, la nueva agricultura y también en la construcción. Pero en mi opinión, la industria en su sentido más amplio es clave para una economía estratégicamente asentada a medio y largo plazo.

¿Cómo debe ser la nueva industria? ¿Hacia dónde puede evolucionar la industria actual para asegurar su pervivencia?

Hay nuevas industrias que no requieren fabricar físicamente los productos en centros de producción propios. Un caso conocido es Inditex en la industria textil (Zara, Massimo Dutti…).

Menos conocida es la fabricación y la “cadena de suministro” de la electrónica. Este sector abarca productos de telecomunicaciones, informática y electrónica de consumo y se adentra en otros sectores como el del automóvil, aeroespacial, electromedicina, electrodomésticos…

En la electrónica la mayoría de las empresas no tienen fábricas, de hecho se las conoce como “fabless”. Las líderes mundiales facturan miles de millones de euros. En Europa también hay “fabless”, un ejemplo es la británica CSR (comprada hace poco por Samsung) que tiene una facturación anual de 800 millones de euros pero no “fabrica” nada en centros propios. Esta cifra cuadruplica la de líderes industriales valencianos como Vossloh España, industria puntera ferroviaria con sede en Albuixech que fabrica trenes para todo el mundo.

Otro ejemplo de nueva industria es el software: programas informáticos, aplicaciones para ordenadores, teléfonos y tabletas, microprogramas para chips electrónicos, etc., son sin lugar a dudas una “industria” aunque en algunos casos la frontera con los “servicios” sea difusa. Muchos servicios están íntimamente hibridados con productos y en este mundo cambiante un mismo “servicio-producto” puede ser considerado una cosa u otra dependiendo de la estrategia de venta de las empresas.

Por ejemplo: hay quien vende equipos de lectura de libros y música muy baratos para ganar dinero con los contenidos (ejemplo Amazon) o quien por el contrario vende productos de diseño avanzado a precios altos (caso de Apple) con la estrategia de ofrecer muchos contenidos de libros a costes reducidos.

El coste de la mano de obra intensiva, con ser importante, ya no es el elemento fundamental para el valor añadido de una industria. Un elemento fundamental para la nueva industria es conocer y dominar con destreza las cadenas de suministro de los componentes del producto propio y poseer la propiedad intelectual de las partes claves de un producto y de su proceso de fabricación. Se trata pues de una “nueva industria” basada en conocimiento global permanentemente ejercitado: ya no pueden existir industrias estáticas y aisladas que lideran en algo durante décadas.

La flexibilidad y la capacidad de adaptación son también elementos imprescindibles.

Hay empresas líderes globales en sus nichos: demuestran que no es preciso ser los más baratos y que se puede triunfar siendo los mejores. La sevillana Industrias Sombreras Españolas tiene un buen nicho en los sombreros de los judíos ortodoxos de Brooklyn. La valenciana Incusa lidera el mercado mundial de curtidos para los guantes de beisbol gracias a su tecnología basada en titanio. La valenciana Grupo Royo ha creado un espejo de baño antivaho dotado de altavoces, radio y mandos a prueba de humedad en los que se puede conectar el MP3 o el smartphone con la música propia.

Buenos amigos de tertulias veraniegas me apuntan que para progresar en la nueva industria son precisos los valores clásicos: ganas de trabajar, espíritu emprendedor, visión para anticiparse al mercado y a la competencia y una capacidad para superar fracasos. Se precisa además, apunto yo, una probada fiabilidad y una intensa conexión con el mundo, con lo que ocurre en el “patio de manzana” de nuestro planeta Tierra. Las empresas establecidas pueden y deben progresar más allá de la subsistencia, con valores y claves como los que apunto aquí.

Brindo este verano porque empresarios y trabajadores salgamos del bloqueo y miremos al futuro.
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Artículo publicado en Las Provincias el domingo 12 de agosto de 2012