Dónde está la innovación

Dónde está la innovación

Artículo de opinión en el que dos autores defienden visiones contrapuestas sobre la mejor forma de innovar en las empresas

RAÚL MARTÍN @raulmartincalvo  .y.  ADOLFO MONTALVO @adomon

Startups ¿es moda o es oportunidad para innovar?   /  @raulmartincalvo

En los últimos tiempos, el término “startup”, o lo que es lo mismo una compañía en fase inicial, con un componente innovador y/o tecnológico importante, empieza a estar en todas las conversaciones.

Emprendedor y empresario comparten en el mundo anglosajón, el mismo término, (entrepreneur), lo que dice mucho de la percepción social que se tiene allí a la gente que decide arriesgar y poner en marcha nuevas ideas.

La relevancia que estas antiguas startups, ahora gigantes tecnológicos, tienen a nivel mundial son absolutamente impresionantes. Apple, Google, Facebook o Amazon han cambiado modelos de negocio tradicionales y generado nuevas necesidades en un tiempo record.

En España, corren buenos tiempos para la creación de negocios innovadores, con casi 500 millones de euros invertidos en startups durante el primer semestre de 2016. El sector tradicional, especialmente el industrial, que comienza a recuperarse tras unos años con un gasto en innovación en niveles realmente inaceptables, necesita esta innovación, esta capacidad de generar ideas nuevas para hacerla competitiva, ágil y flexible en este entorno global, cada vez más cambiante e imprevisible.

imagen : Princeton University

La innovación está fuera. O al menos, hasta el momento, ha estado fuera de los dominadores tradicionales de casi cualquier mercado. La flexibilidad, la imaginación, la capacidad de generar un nuevo producto de una manera rápida y, sobre todo, el ser capaces de entender lo que el cliente necesita o va a necesitar, ¿Por qué no utilizarla?.

Todos conocemos casos como el de Kodak, ¿quién no ha tenido una cámara Kodak?, que siendo dominador del mercado de la fotografía tradicional durante años, no fue capaz de anticiparse a la entrada de los dispositivos digitales, y hoy en día ya es historia. El innovar y adelantarse es muy difícil desde una estructura grande en la cual cada departamento condiciona los desarrollos que se proponen desde cualquier otro. El envoltorio influye, el cómo producir influye, la distribución influye y así sucesivamente hasta matar cualquier iniciativa que sea distinta a la habitual. Digamos que la rutina y el corto plazo mata la creatividad.

Si uno se para a pensar en dos nuevas compañías especialmente disruptivas, como Uber o Airbnb, ¿por qué estas revolucionarias aplicaciones, que han cambiado mercados muy maduros, no han salido desde los grandes jugadores de mercados como el del transporte o, especialmente, el del turismo?. Probablemente porque estas ideas hubieran muerto en primera fase por absurdas, distintas o inviables.

La industria tradicional en nuestro país, necesita esta innovación para volver a ser competitiva. Necesita ser diferente, eficiente y ágil a la hora de generar nuevas ideas o necesidades. Y eso es precisamente lo que cientos de startups nuevas están desarrollando. Urge un acercamiento entre ambas.

La mejor innovación es desde dentro de la empresa / @adomon

Ningún empresario o profesional pone en duda a estas alturas la necesidad de innovar, conociendo las tecnologías idóneas y aplicando metodologías y procesos avanzados.

La cuestión es saber si las startups son las protagonistas indiscutibles en la innovación o si, por el contrario, la mejor innovación, la duradera, eficiente y asequible es la que se hace en las empresas “tradicionales”, según la jerga de algunos “modernos”.

Lo cierto es que el mundo digital ha emergido con tal fuerza y rapidez que nos ha dejado descolocados. El mundo móvil, las redes sociales, los datos masivos (big data), la analítica de datos y el almacenamiento en la nube han cambiado cómo vivimos y cómo trabajamos e interactuamos.

Pero hay algo que nunca cambia y que las empresas líderes comprenden bien: las personas, más que desear comprar unas “características técnicas” de los productos o servicios (el qué y el cómo) nos dejamos atraer por productos que nos transforman, que nos dan una razón para vivir, que nos hacen felices: compramos convencidos por “el porqué”.

Las empresas que conocen a sus clientes, que son líderes de un mercado, son las que mejor pueden cabalgar la ola de cambios que el mundo digital aporta, bien surfeando encima de la ola o soportando los chapuzones.

Ya no es tan importante que un producto tenga un altísimo rendimiento bruto o que salga muy barato. Sin perder de vista el diseño y el coste, lo verdaderamente importante es ofrecer un recorrido placentero al cliente, desde que tiene conocimiento de nuestra oferta hasta cuando agota por el uso el producto comprado. Eso que ahora se denomina “customer journey”.

La innovación está dentro de las empresas. La innovación que perdura y que hace perdurar a las empresas es la que se adopta y extiende de extremo a extremo, en toda la organización.

Cierto es que, para abrir una línea de negocio que difiera mucho de los productos habituales, es conveniente hacerlo desde una unidad (o empresa del grupo) que sea muy rápida y flexible.  Y más adelante, cuando ese producto se valide, deberá encajarse en el “porqué” de la empresa.

Mejor que comprar la innovación y tecnología a una startup novata en el mercado y mejor que adquirir incluso una startup sobrevalorada, suele resultar más favorable el liderar (desde la dirección) y propiciar la innovación desde dentro, algo que aportará mayores y mejores cambios.

Y desde luego no olvidemos que es imprescindible el innovar de forma continua: por muy desgastado que parezca el concepto, es una realidad ineludible. O innovas o desapareces. Que así sea querido lector empresario y directivo (que innoves mucho y bien, claro, no que desaparezcas).

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Artículo publicado en Las Provincias el domingo 21 de agosto de 2016

LP Donde esta la innovacion

 

Innovación superlativa

Están puestas muchas esperanzas e ilusiones en la innovación y el emprendimiento como recetas mágicas para superar la crisis que nos atenaza.

Quisiera llamar la atención de lo que en mi opinión puede llevarnos a una decepción si abusamos de estos términos en discursos y estrategias sin el suficiente rigor y mesura.
No sería la primera vez que algo así ocurre. En los años 90 se hablaba hasta la saciedad de las “autopistas de la información”. Luego vino Internet, las punto.com y la “Sociedad de la Información”. Todo parecía superlativo y fantástico. Pero después llegó la burbuja de las punto.com y su pinchazo. Así tenía que ocurrir con las que no aportaban valor real.

A mí me parece que parte del problema del abuso de estos términos es debido a que los periodistas son de letras. Que me perdonen estos profesionales, si es que alguno lee este artículo, pero muy a menudo he visto y sufrido noticias y comunicados en los que los conceptos y cifras se distorsionan de modo tal que se convierten en falsos o incomprensibles, incluso hasta para los propios expertos.

Quizá sea el afán de conseguir un titular llamativo o lograr una repercusión notoria el que fuerza la maquinaria de la propaganda o de la fantasía, con un resultado que es una exageración y que, tras un flash fugaz, a menudo es contraproducente.

También está el fenómeno de la “ciencia ficción ilusionante”. Se han dado casos en los que tras comentarse en fases de negociación sobre un proyecto tecnológico que tenía la posibilidad de generar unos 80 empleos, en el comunicado de prensa y posteriores discursos la cifra se ha convertido en 800. O cuando alguien ha hecho una previsión ilusionante, pero sin ningún fundamento, de un crecimiento por ejemplo de 350 a 13.000 empleos asociados a una tecnología determinada esa cifra termina apareciendo en un documento de estrategia pública.

Ante estas noticias el problema es que los que entienden del asunto se quedan perplejos y callan por cortesía y los que no entienden, les parece todo tan estratosférico que desconectan del tema. Y, cuando transcurrido el periodo previsto de crecimiento las cifras no se materializan, el descrédito y el desánimo son inevitables.

No seré yo quien no muestre ilusión y esperanza en la innovación y el emprendimiento. Yo creo que el aprovechamiento de tecnologías emergentes es clave para la prosperidad y el bienestar.

Lo que si quiero es alejar esos conceptos de la avaricia, el pelotazo y el rápido enriquecimiento. Innovación y emprendimiento habitan más bien en el mundo del rigor y del esfuerzo. Ya lo dejaron dicho sabios y genios de la historia: un 90% de transpiración y un 10% de inspiración.

Recuerdo que en los primeros años 2000 hubo un “empresario negociante” que se quejaba muy seriamente de que eso de la tecnología era un engaño porque él había invertido dinero de su empresa comprando acciones de Terra y había perdido mucho. Seguramente después compró acciones de Astroc y pensó lo mismo de la construcción…

Reconozco que parte de la culpa la tenemos los que transitamos por los mundos tecnológicos o científicos: nos explicamos muy mal.

Por ello quiero aprovechar el espacio que me brinda LAS PROVINCIAS para poner mi granito de arena en explicar algunos conceptos.

En primer lugar hablemos de INNOVACIÓN.

“La innovación es buscarse la vida” ha dicho Ferran Adrià este jueves en Valencia en el Foro Con Tu Negocio que ha organizado Telefónica Movistar. La frase es tan buena que la tomo prestada.

Innovar es no quedarse quieto, no conformarse, hacer cosas nuevas y hacer las cosas de siempre de una forma nueva. Puede haber innovación en productos, en servicios, en procesos o simplemente en la forma en que se relacionan los empleados de una empresa o los miembros de un equipo.

La innovación no requiere obligatoriamente usar una tecnología emergente, ni mucho menos. Un ejemplo sencillo de innovación es “la estrategia del delantal” de Mercadona: observando lo que quiere el cliente para limpiar, entre otras cosas ha descubierto que usamos el vinagre como producto de limpieza, especialmente en zonas con aguas duras, y ha lanzado un vinagre especial limpieza.

EMPRENDER es iniciar un camino, que puede ser una aventura o un proyecto bien madurado y planificado.

Se puede emprender por oportunidad, por necesidad o por supervivencia, como bien explica Jesús Casanova del CEEI Valencia. Algo sabrán de emprender en ese centro de empresas innovadoras dado que llevan más de 20 años acompañando proyectos empresariales.

Emprender no necesariamente va asociado a una innovación tecnológica, se puede emprender sin tecnología aunque siempre será precisa al menos una pizca de innovación.

Abunda en estos tiempos el emprendimiento por necesidad con motivo de la crisis: ante una pérdida de trabajo muchos profesionales se lanzan a emprender. Estos emprendedores consideran la situación de pérdida de empleo NO como algo malo o un fracaso sino como una oportunidad en la que como mínimo pueden aprender mucho.

El emprendimiento por supervivencia resulta vital para las empresas existentes. Ni las empresas más poderosas pueden sobrevivir haciendo siempre lo mismo. Tienen que permitir y propiciar a los emprendedores internos para mantenerse.

El emprendedor por oportunidad es aquel que ha descubierto un producto o una necesidad no atendida en el mercado y se lanza a organizar una empresa para atenderla. En este caso si suele ir asociada a tecnologías emergentes, bien sea en el producto en sí o en el aprovechamiento de algunas tecnologías para diseñar, fabricar o distribuir el producto.

En España falta cultura empresarial, cultura de emprendedores que creen empresas sólidas y perdurables. El problema quizá venga de la enseñanza a los niños por parte de padres y profesores. Se inculca la aversión al riesgo, se castiga el fracaso hasta límites incluso crueles. No se enseña a aprender de los fracasos, cuando eso es la clave de la evolución.

También se castiga el éxito, pero esa es otra historia igualmente triste.

En una tierra como Valencia que fue capaz de vender naranjas y azulejos en los años 60 y 70 a países de Centroeuropa más allá del telón de acero, como ha recordado Josep Vicent Boira recientemente, sorprende que esos padres y esos abuelos hayan educado a sus retoños en la pereza y la blandenguería para “que no les falte de nada” y “que no tengan que trabajar tanto como yo hice de joven”. Hemos creado JASP: jóvenes aunque sobradamente perezosos. Y emprendimiento, innovación y prosperidad no riman con pereza y avaricia, riman con esfuerzo y rigor.

Vamos ahora con las TECNOLOGÍAS. Cuando leo o escucho lo de “Nuevas Tecnologías”, perdóneme querido lector, pero me suena casi a lo de Edad Moderna: el periodo de la historia de occidente que va del renacimiento a la revolución francesa.

Y luego está esa asociación automática entre lo de NNTT (así lo escriben algunos) y las TIC: Tecnologías de la Información y las comunicaciones, es decir las que tienen que ver con la informática y telecomunicaciones. Yo prefiero el término “infotecnologías” muy acorde por cierto con el término “infotelecomunicaciones” que viene en la Ley de Enjuiciamiento Civil de España (artículo 162).

Pues bien las TIC ya tienen unos añitos, aunque cada día surgen tecnologías que las mejoran, y no todas las “nuevas tecnologías” tienen relación con las TIC.

Recomiendo referirse mejor a “tecnologías emergentes” que además es el término consolidado en wikipedia y recomiendo especialmente leer el listado de “emerging technologies” en la Wikipedia en inglés porque tiene una agrupación y explicación muy buenas de más de 150 tecnologías emergentes en 12 áreas: agricultura, biomedicina, pantallas, electrónica, TICs, fabricación, ciencia de materiales, defensa, neurociencia, robótica y transporte.

Se agota ya el espacio y termino diciendo que he intentado poner a nivel de calle lo que es innovación, emprendimiento y tecnologías emergentes, o al menos creo haber dado unas pistas para que cada uno descubra más cosas.

Porque si hay algo que está muy claro es que sin curiosidad, humildad y mucha ilusión, no es posible ni emprender ni innovar.
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Artículo publicado en Las Provincias el domingo 21 de octubre de 2012

Google

¿Silicon Valley en Valencia?

Silicon Valley es una marca que suena muy bien. Es un área al sur de San Francisco, California, dónde han nacido muchas de las empresas tecnológicas más exitosas: Apple, Intel, Adobe, Hewlett-Packard, Oracle, Cisco, Yahoo, Google, eBay.

Esta semana se ha hablado mucho de un “Silicon Valley” en Valencia. No es la primera vez: en Google ese término asociado a Valencia aparece 15 millones de veces. Decenas de ciudades por todo el mundo, incluyendo USA, tratan de imitar el modelo y desarrollar algo semejante.

Este martes, estuvo en Valencia Saeed Amidi, fundador y presidente de una exitosa incubadora de empresas tecnológicas en Silicon Valley llamada “Plug and Play Tech Center”. Mientras LAS PROVINCIAS celebraba su 146 aniversario en otro hotel, Amidi presentó sus ideas y experiencias a un auditorio entregado de más de 200 emprendedores, empresarios, profesionales y algún inversor.

Con claridad y humildad Amidi contó su experiencia. Su familia está formada por personas acostumbradas a emprender y a hacer negocios. Llegaron a California en 1979 dejando atrás sus empresas en Irán. En su nuevo hogar crearon nuevas empresas, negocios básicos como la venta de alfombras la distribución de agua embotellada y alquiler de espacios de oficinas para pequeñas empresas.

En 1988 compraron el edificio del número 165 de la University Avenue de Palo Alto, justo al lado de la Universidad de Stanford. Ese edificio resultó ser la primitiva sede de Google. También estuvieron en él Logitech, Pay Pal y muchas otras. Los Amidi ampliaron su gama de servicios a empresas emprendedoras e incluso entraron el capital de algunas.

En 2006 crearon “Plug and Play Tech Center” para sistematizar estos servicios, incluyendo apoyo tecnológico y búsqueda de inversores. Ya tienen 3 edificios en el valle y han abierto operaciones internacionales en Singapur, Malasia y Egipto.

Valencia puede ser su primera gran base en Europa Occidental. Saeed Amidi ha dicho: «Me ha encantado Valencia, es el lugar perfecto porque hay mucho talento y tiene la medida de ciudad perfecta para iniciar nuevos proyectos»

Él no habla de replicar Silicon Valley, habla de facilitar la creación de empresas basadas en conocimiento.

Cada región, cada ciudad, debe encontrar su modelo. En todos los casos los ingredientes básicos son los mismos: conocimientos de élite, jóvenes con ganas de emprender, crear empresas y hacer negocios e inversores con ganas de apostar por proyectos con gran potencial, conocedores de que parte de ellos fracasan y algunos triunfan en tal forma que compensan las inversiones perdidas por proyectos fallidos.

Un porcentaje alto de empresas pioneras desaparecen a los pocos años: fracasan, pero el fracaso en la mentalidad anglosajona se valora como experiencia positiva, aprendizaje para reconocer peligros en futuras experiencias.

Hay otras empresas que triunfan, y lo hacen a lo grande con modelos económicos rentables, sin caer en especulaciones tipo “burbuja tecnológica” de las que tan escarmentados salieron algunos inversores. Un ejemplo es la cada vez más famosa Dropbox que da un utilísimo servicio de almacenamiento de datos en la “nube”. Con sólo 100 empleados da servicio a 50 millones de usuarios. Plug and Play Tech Center la acoge y entró en su capital al inicio. Su inversión se ha multiplicado por 600.

Las empresas exitosas basadas en conocimiento sólo pueden serlo si actúan con mentalidad de proyección global.

Al mencionar el ingrediente básico del talento que sale de las universidades, en el ambiente de la sala flotaban el martes los llamativos titulares de la prensa del día que relataban que el Consell Valencià de Cultura había tildado de «endogamia y caciquismo» a las universidades valencianas. Ninguna universidad española está entre las 200 mejores del ranking de Shanghai.

Pero a Saeed Amidi esos titulares no le influyen, esos problemas no le amedrentan. Señala, eso si, que la falta de ganas de emprender en los estudiantes graduados puede ser una rémora, y que debería ser obligatorio que los estudiantes tuvieran contacto con empresas reales antes de graduarse.

Las oportunidades también están para inversores y empresarios valencianos de sectores aparentemente no tecnológicos. En Plug and Play realizan de una manera “profesionalizada” la revisión de planes de negocio de emprendedores. Tiene como socios a los mejores grupos de capital riesgo del mundo (venture capital), especializados por sectores, que ven centenares de proyectos al año: su experiencia les permite depurar, asesorar y acertar con mayor probabilidad en sus inversiones de riesgo.

El fundador de Plug and Play conoce Valencia desde hace tiempo a través de su socio en la empresa Aqua Service establecida en España hace 15 años y líder en su sector. Amidi viene por Valencia 4 o 5 veces al año.

El martes se hizo público su primer acercamiento formal. Durante el día Amidi conoció a nuestra incansable alcaldesa Rita Barberá. Se percibe una sintonía creciente. Pero los negocios son los negocios. Plug and Play Tech Center tomará su decisión si ve claro invertir su tiempo y sus recursos en Valencia. Los distintos estamentos de la ciudad acogerán a Plug and Play si realmente aporta un valor diferencial.

El poder catalizador del Ayuntamiento es fundamental. Gran parte de los ingredientes están ahí. Hay otros que nos faltan. Podemos hacer una excelente “paella”. Se requiere tiempo y conocimiento para agregar los ingredientes con orden y experiencia. Quizá no salga perfecta la primera paella, el primer año. Iremos aprendiendo con ilusión, esfuerzo y convencimiento que en nuestros nichos podemos estar entre los mejores del mundo. Valencia es mucho más.

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Artículo publicado en Las Provincias el domingo 5 febrero 2012

Innovador regalo

Hay palabras que se desgastan por el uso excesivo, especialmente cuando se abusa usándolas de forma imprecisa y como comodín en artículos, discursos y titulares.

Electrónica, “autopistas de la información”, “sociedad de la información y el conocimiento”, todas estas palabras suenan ya como términos muy antiguos. Internet 2.0, redes sociales, blogs, mundo virtual, comercio electrónico, son palabras más modernas que empiezan a estar muy manidas.

Innovación es un término que está sufriendo un fuerte desgaste aunque resiste con notable lozanía.

Emergen nuevos “palabros” sin que el público haya digerido los anteriores: neurociencia, computación cuántica, SoLoMo (social, local y móvil), neuroelectrónica, realidad aumentada, crowdsourcing, cloud computing, …

Es comprensible que las personas “normales” estén un poco hartas y tachen de “etéreo” y pedante el lenguaje de los “déspotas” tecnológicos.

Se acerca la Navidad y quiero proponer que nos regalemos unos y otros un esfuerzo de explicación y comprensión mutua.

Parto de la premisa que la mayoría de los lectores comparten que, para vivir en una sociedad más avanzada y mantener un planeta más sostenible, son útiles las distintas tecnologías: desde la agricultura y la imprenta en su momento, a las actuales tecnologías como la nanoelectrónica o la medicina relacionada con el genoma humano.

Mi buen propósito es «regalar» explicaciones claras y concretas, sobre los aspectos de la tecnología que me conciernen y utilizando ejemplos y referencias cercanas para mi interlocutor. Y me propongo hacerlo al menos una vez a la semana durante 2012 con alguna persona de mi entorno y con temas que sean de su utilidad o interés.

...

Propongo a los lectores científicos, tecnólogos, ingenieros, médicos, biólogos, etc., que hagan un propósito similar y que ofrezcan como «regalo» conversaciones pacientes con explicaciones sencillas.

Y propongo por otra parte a los humanistas, periodistas, legisladores y ciudadanos que «regalen» su curiosidad e interés aproximándose a temas tecnológicos y reclamando como niños una explicación clara y asequible.

El año pasado desde estas mismas páginas proponía pedir a los Reyes Magos un «Asistente tecnológico» http://j.mp/asitecLP

Quiero para Valencia una proyección económica y urbana que sea tecnológica. No ya para mí, lo quiero para mis hijos. Deseo que la Comunitat Valenciana, que toda España, recuperen el buen tono y que, gracias a la preparación de las nuevas generaciones, y con una buena dosis de esfuerzo y trabajo eficiente, construyamos la base de nuevas oportunidades.

Para ello todos tenemos que ponernos las pilas. Europa está dormida, peleando sus microproblemas sin darse cuenta por dónde va el mundo.

Con 7.000 millones de habitantes, 5.000 millones de móviles y 2.100 de internautas (muchos accediendo a Internet con el móvil) es lógico pensar que la humanidad está ante otro cambio tecnológico que dentro de varias décadas los historiadores etiquetarán adecuadamente: era de Internet, era de la nanoelectrónica, era del móvil. En solo 4 años el tráfico de Internet por las redes móviles se va a multiplicar por 1000. En 2050 habrá 50.000 millones de dispositivos conectados a Internet: más de 10 por cada habitante del planeta.

Hace 10.000 años que la humanidad descubrió la agricultura. Esa fue la primera tecnología que cambió la especie humana, su forma de vida, su estructura social e incluso su cerebro. Hace 5.000 años fue la escritura. Y apenas han pasado 500 años cuando apareció la imprenta moderna. Todos estos descubrimientos fueron tecnologías innovadoras en su momento y cada una se apoyó en las anteriores creando una nueva capa en el saber humano y modificando su cerebro.

Confluyen en la actualidad avances científicos y desarrollos tecnológicos que comparten elementos comunes.

Por una parte coinciden en lo “muy pequeño”, en lo de “tamaño nano” (1000 millonésima parte de un metro). En esa escala confluyen la electrónica, la fotónica y la biología. Los circuitos electrónicos que están dentro de los aparatos más habituales tienen un tamaño de pista de unos 20 nm. (nanometros). Un glóbulo rojo de la sangre mide 7.000 nm. de radio. Una molécula de ADN tiene 2,5 nm. de ancho y forma una larga cinta que desenrollada mediría 67.000 nm. Las herramientas para observar y manejar lo nano se acercan cada vez más.

Por otra parte tenemos “lo macro”, lo grande, lo complejo. La astronomía, el cerebro humano, las interrelaciones sociales, presentan elementos comunes que herramientas modernas de observación, cálculo intensivo y tratamiento masivo de la información ayudan a comprender y actuar sobre ellas.

Ante este universo tecnológico en Valencia, en toda España, tenemos inmensas oportunidades para ocupar espacios y encontrar nuestro hueco. Desde la humildad de un pueblo que apenas representa la milésima parte de la población humana (5 millones en la Comunidad Valenciana) y conscientes de que la mayor parte del mundo ya no gira alrededor del Mediterráneo (más bien está en el eje Asia-Pacífico), no debemos olvidar que con esfuerzo y destreza aún podemos destacar siendo únicos.

Mi propuesta navideña es un “innovador regalo” de comunicación asequible por parte de unos, los tecnólogos, y de escucha e interés activos por parte de los humanistas.

Todos aprovecharemos estos mutuos regalos y seguro que nos ayudarán a ver más claras las oportunidades de futuro.

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Artículo publicado en tribuna de opinión de Las Provincias el sábado 24 diciembre 2011