Conectados o aislados

Crece el debate social sobre las bondades o los inconvenientes de estar conectado a las redes. Hace dos semanas coincidieron varias firmas con posturas más bien contrarias a la telecomunicación. Creo necesario compartir otros puntos de vista desde la reflexión sobre nuevos escenarios, cuya explicación se encuentra al final de este artículo.

Escena 1: nos encontramos en un congreso o una feria ante un gran auditorio presentando el lanzamiento de un nuevo producto o los resultados de un desarrollo o investigación. Al poco de iniciar nuestra charla detectamos que entre los asistentes algunos consultan sus teléfonos y tabletas tecleando y sonriendo con creciente alborozo. Frases y gráficos de nuestra presentación son respondidos con gestos y murmullos de inquietante desacuerdo. ¿Qué está pasando?

Escena 2: somos propietarios de un negocio de hostelería o de una tienda de regalos en la ciudad de Valencia. Una joven pareja de turistas camina por la ciudad y decide encontrar un sitio agradable dónde comer y una tienda dónde comprar un recuerdo. Echan mano de su móvil y en menos de un minuto encuentran en el mapa de su pantalla varios establecimientos a menos de 500 metros con información accesible para el móvil, en inglés, con recomendaciones contrastadas de personas independientes y de otras personas de su confianza. Nuestro negocio no aparece: los viajeros se van a nuestra competencia.

Escena 3: agradable cena veraniega con buenos amigos. Uno de ellos comenta su ilusión por comprase un coche deportivo y el resto de comensales le asaltamos con preguntas. Sonriente saca su móvil y con tres toques certeros nos presenta una web con fotos y especificaciones de todo tipo. En otra parte de la mesa una amiga dicta unas palabras mágicas a su móvil y en segundos comparte las fotos de portada de la revista del corazón más famosa.

Tres escenas reales, similares a las que se están dando en nuestro entorno con frecuencia creciente.

Connected minds / Steven Johnson

Connected minds / Steven Johnson

Hace año y medio desde estas mismas páginas sostuve que usted, querido lector, accedería a Internet con el móvil muy pronto (vea en http://j.mp/intmovLP). Ese momento ya ha llegado o está a punto de llegar.

La conexión permanente a Internet puede crear dependencias, como elegantemente ha descrito Mario Vargas Llosa en su reciente artículo ‘Más información, menos conocimiento’ comentando un ensayo de Nicholas Carr.

Menos fortuna en la crítica tiene el artículo en XLSemanal de un joven novelista de éxito, que arremetió hace unos días un tanto atropelladamente contra las telecomunicaciones, con argumentos confusos y muy discutibles en mi opinión.

Los adultos en España, en los que descansa el ser o no ser de nuestra sociedad, necesitan mayoritariamente que se les ayude a entender y aprovechar Internet y las telecomunicaciones.
Otra cosa son los jóvenes nativos digitales, sobre los que hablaremos en estas mismas páginas dentro de dos semanas.

El denostar o incluso criminalizar las tecnologías que nos permiten comunicarnos en este siglo recuerda peligrosamente a las tentaciones de cerrar imprentas y periódicos en siglos pasados.

El miedo a lo nuevo es un sentimiento muy humano. Los valientes nos guiaron para salir de las cavernas, explorar fronteras y cruzar los mares.

Valientes e innovadores fueron quienes trajeron y adoptaron en Valencia la tecnología de la imprenta en el siglo XV, imprimiendo el primer libro de España y abriendo un siglo de oro para nuestra tierra.

Es tiempo ahora para que todos los adultos sepan cómo estar conectados, entiendan mejor el mundo que nos rodea y aprovechen sus ventajas, sin caer en sus peligros.

La escena 1 presenta una situación cada vez más común en la que a un presentador se encuentra con un auditorio que detecta una incongruencia en el discurso, unos datos erróneos o unas cifras no actualizadas. En tiempo real los asistentes pueden contrastar con datos más precisos, o detectar un plagio sin citar las fuentes y comenzar a comentarlo en Twitter y otras redes: el ridículo del presentador o el descrédito del vendedor son inmediatos.

La escena 2: para nuestra región, que apuesta por el turismo y el comercio, nos recuerda que la localización geográfica de la oferta y la accesibilidad desde todo tipo de dispositivos y aplicaciones es clave para vender.

La escena 3, por último, juega con la disyuntiva entre mantener una agradable conversación simplemente con palabras o que, ante una demanda de argumentos, se pueda tener la oportunidad de aderezarla con algún dato o imagen al alcance de los dedos.

Estar conectados a redes no es menoscabo para estar conectado a las personas, en conversaciones cara a cara o de corazón a corazón, como titulaba el precoz novelista. Las redes son un complemento, un enriquecimiento si se quiere, que extiende más allá del tiempo y el espacio las posibilidades de comunicarse. No existen para no pensar, sino para pensar mejor, para llegar más lejos.

Podemos optar por permanecer aislados, pero difícilmente viviremos en una sociedad autárquica. Otros vendrán de lejos y conquistarán nuestro terreno.

Vivamos pues conectados, transitemos sin miedo las nuevas fronteras, conquistemos para nosotros y las generaciones que nos siguen un mundo más ilustrado, más transparente y mejor compartido. Ejemplos hay a millares de que las redes de telecomunicaciones posibilitan estos valores y liberan sociedades. Que la nuestra también lo aproveche es mi humilde deseo.

Feliz verano.

.-.-.-.
Artículo publicado en Las Provincias el domingo 14 Agosto 2011
Conectados o aislados
www.lasprovincias.es/20110814/opinion/conectados-aislados-20110814.html

Deja un comentario